Esta parabola Ilustra la declaración de Jesús en Mateo 19:30 y que repite en el 20:16, con el fin de contestar la pregunta de Pedro del 19:27 He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?
Dios no calcula el Servicio del Hombre, como el hombre lo calcula y esto lo vemos en este pasaje.
Con un denario se podía comprar comida para una familia para un día. Aunque si lo trasladamos al precio del dólar, serían solo unos centavos, por lo cual no representaría su verdadero valor. Pero sí consideramos que un denario es equivalente a lo que gana un obrero por día al precio de hoy, tendremos una aproximación más justa.
El sueldo fue establecido por mutuo acuerdo. Porque el texto dice “Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día”.
Es evidente que el padre de familia representa a Dios, la viña es el campo de trabajo de Dios, que puede ser la iglesia, y los obreros son aquellos que él llama para su servicio ( En general todos los creyentes estamos llamados al Servicio, a ejercer el ministerio para la edificación del cuerpo de cristo Efesios 4:11-16)
La jornada de trabajo en aquel tiempo comenzaba a las 6 de la mañana y terminaba a las 6 de la tarde. Cuando el padre de familia salió a buscar obreros para la viña y contrató al primer grupo, era las 6 de la mañana. Después de tres horas, es decir a las nueve (la tercera hora) contrató al segundo grupo, dejó pasar otro lapso de 3 horas y a las 12 del mediodía contrató al tercer grupo (la hora sexta). Nuevamente dejó pasar 3 horas y a las 15 horas o 3 de la tarde contrató al cuarto grupo. Por último, una hora antes de las 6 de la tarde, es decir a las 17 horas (undécima hora) contrató al último grupo. Apenas una hora antes que termine la jornada de trabajo.
Podemos rescatar, primero la importancia de estar ocupados en la obra del Señor. El padre de familia preguntó: “¿por qué estáis aquí todo el día desocupados?”. Segundo, rescatamos el valor del llamado en cualquier etapa de nuestra vida. Los diferentes horarios que se mencionan pueden simbolizar los diferentes tiempos de nuestra vida cristiana: cuando recién nos convertimos y somos jóvenes Dios puede llamarnos al servicio allí mismo, o cuando han pasado varios años, o cuando ya estamos tan viejos que no nos queda casi tiempo para trabajar para el Señor. Nunca es tarde para comenzar a servir al Señor.
Nuestro sentido de justicia no debe variar por las circunstancias ni por las comparaciones. Si llegamos a un acuerdo con alguien, ese acuerdo debe cumplirse, sea un acuerdo de trabajo o del pago de un salario. Si después de estar trabajando 20 años en una empresa, contratan un nuevo personal y le pagan lo mismo que a nosotros, o más, no es de nuestra incumbencia. Nuestro buen humor, felicidad y gratitud no deben empañarse porque otros ganan más que nosotros, por el contrario, debemos estar contentos porque tenemos un trabajo y recibimos el pago de nuestro sueldo.
Jesús nos mostró a un hombre que no solo contrató a unos obreros, sino que se compadeció de aquellos que no tenían trabajo y que esa noche volverían a sus casas con las manos vacías. Si les pagaba menos de un denario como esperaban que lo hiciera el primer grupo que estuvo trabajando desde la mañana, no les alcanzaría para el alimento de ese día. En realidad era un hombre bueno y generoso. Son dos virtudes que debemos imitar con los que menos tienen. Cuando damos un poco más de lo que se acostumbra estamos aplicando esta lección a nuestras vidas. No seremos más pobres porque damos ni seremos más ricos si somos mezquinos, pero el bien que hagamos a los demás nunca será en vano, tarde o temprano traerá su recompensa.
Es interesante el comentario de William Barclay al respecto, él dice: “En cierto sentido es una advertencia a los discípulos. Es como si Jesús les dijera: “Vosotros habéis recibido el gran privilegio, desde su mismo comienzo. Llegará el momento, en épocas posteriores, en que otros entrarán a formar parte de ella: no debéis exigir un honor y un lugar especiales porque fuisteis cristianos antes que ellos. Todos los hombres, no importa cuándo lleguen, son igualmente valiosos para Dios.” Hay gente que cree que porque ha permanecido a una iglesia durante mucho tiempo ésta prácticamente les pertenece y pueden dictar sus acciones. Esa gente se ofende por lo que considera una intromisión de sangre nueva en su iglesia o el surgimiento de una nueva generación que no tiene sus mismos planes y costumbres. En la iglesia cristiana, la antigüedad no siempre implica honores.”
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