septiembre 22, 2010

Devocional 22 de Septiembre

Mateo 12:38-45

Dios siempre había comparado su relación con el pueblo de Israel con el matrimonio, donde ambos hacen un pacto de fidelidad y amor mutuos. Dios siempre se mantuvo fiel, pero no ocurrió lo mismo con Israel, que muchas veces lo dejó para inclinarse ante las imágenes de otros dioses. El libro del profeta Oseas está lleno de ejemplos de todas las cosas que hicieron los israelitas cuando adulteraron o fueron infieles con Dios. Dios se sentía como se siente un marido engañado por su esposa. Cuando Jesús se refirió a su generación como “mala y adúltera” estaba expresando su profunda decepción con la gente que, aunque ya no adoraban a imágenes, seguían oponiéndose a Dios.

Las “señales” o portentos servían para demostrar que el que hablaba había sido enviado por Dios. Jesús tenía el poder para mostrar muchas señales, pero se negó porque sabía que si una persona tiene el corazón malo e infiel, ninguna señal será suficiente para que cambie de opinión. Si una persona sincera y honestamente busca hacer la voluntad de Dios, una señal de parte de Dios lo llenará de alegría, pero si pide una señal, e interiormente no desea que esa señal se cumpla porque no quiere cambiar, nada lo hará cambiar, tal como ocurrió cuando resucitó de entre los muertos. Los sacerdotes en lugar de reconocer que Jesucristo realmente había resucitado, sobornaron a los soldados romanos para ocultar la verdad del hecho. La señal del profeta Jonás no les hizo cambiar de idea ni de conducta.

Jesús se refirió a un juicio final después de la resurrección de todos, de los buenos y los malos, donde los ninivitas que se convirtieron con la predicación de Jonás juzgarán a otras generaciones, y lo mismo hará la reina de Sabá. Pero no solo ellos, sino también nosotros estaremos allí. El apóstol Pablo escribió al respecto diciendo: “¿O no sabéis que los santos han de juzgar el mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?” (1 Corintios 6:2)

El error más grave que cometió la generación de Jesús fue recibir sus beneficios y rechazar la salvación. Cuando llegó Jesús muchas personas endemoniadas fueron liberadas, muchas personas atadas por el diablo fueron sanadas, sus vidas fueron enriquecidas por sus enseñanzas y por el ejemplo de su vida. Se podría decir que su casa fue desocupada, barrida y adornada, porque Jesús quería vivir allí, pero ellos no lo dejaron. Al no recibir a Jesucristo como su Salvador y Dueño, sus vidas estaban bien, pero vacías. Los que reciben los beneficios de la oración de la iglesia y no se disponen a recibir a Jesucristo y cambiar su forma de pensar y de vivir, se exponen a un final trágico y espantoso.

Esta Generación era Mala, Pero tu y Yo, Salvos por la Gracia de Dios, Formamos parte de una Nueva generación de Redimidos y como tales:

1. Nos debemos Arrepentir del pecado al oir a Cristo vs.41
2. Debemos Buscar la Sabiduria en Cristo vs.42
3. Debemos Limpiar Nuestra Vida del Pecado vs.43-45
4. Debemos llenar Nuestra Vida de Cristo vs.43-45

Recuerda hoy: Jesús es Más

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