FE SACRIFICIAL E INALTERABLE
Por: Lic. Alex Tejada / alextej@hotmail.com; 6645-7936
Creo que en este tema hay por lo menos tres tipos de personas o mentalidades. El que prefiere ignorar el tema. El que por conciencia es sensible al tema. Y, el que lleva el tema dentro de su alma. La razón de estas tres posibilidades es la experiencia propia. Este es el motivo de la presente reflexión. Ver la experiencia según la historia.
La existencia de las tres grandes religiones en la pequeña ciudad de Jerusalén nos permite tener un punto de partida para esta reflexión. A saber, Judaísmo, Islamismo, Catolicismo. No olvidando que existen otras posibilidades. Tampoco desatendido de que las propuestas de las tres pudieran contener algún vicio en su aplicación.
El por qué de este punto de partida es simple. Las tres tienen como fundamento de fe un solo objeto o sujeto en su adoración. A Dios, como el Creador de toda existencia. Entrar a ver otras es entrar en un sinfín de consideraciones. Tratando de resumir en este espacio y siendo lo más agudo posible, lo que sigue es evaluar cada una.
Observemos lo que ha resultado de esa fe en la vida y mentalidad de sus seguidores. La fe como tal es intangible y, en el ser humano, muy cambiante, lo que nos queda es analizar o visualizar la historia, lo que ya nadie puede cambiar. Viendo los hechos.
Si somos honestos (cada uno en el camino que sigue) las tres grandes religiones del mundo con grandes virtudes en sus credos pero por sus posturas humanistas, innegablemente, han participado de genocidios históricos. Y qué no decir de las otras corrientes religiosas no consideradas ahora. Esta resultante histórica es una verdad que a todos los verdaderos piadosos, jerarcas o devotos, nos haría inclinar la cabeza de la vergüenza religiosa a través de los siglos. El pecado cometido no es solo en contra de Dios sino en contra de su propia fe que proclaman a todos los vientos.
¿Qué camino está despejado de contrariedades? ¿Qué camino seguir? ¡El que tenga más firme testimonio! El que, a pesar de las crisis, contrariedades y conflictos, confrontaciones, complejos, codicias, contaminaciones y culpabilidades, muestre a través de sus seguidores una afirmación inalterable de su fe, con el sello de un “amor incondicional”, hacia el Creador y hacia los creados. Sean correligiosos o no, sean amigos o enemigos. Que puedan ir más allá del humanismo de esas tres religiones históricas y disponerse a amar a Dios y a sus semejantes con todo su corazón, toda su mente, y toda su alma. (Mis buenos deseos para los que aún no lo ven). Lo que digo, lo deja ver con claridad
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