septiembre 05, 2010

Devocional del 5 de Septiembre




Mateo 5:27-32

Cometer adulterio significa tener relaciones sexuales con una persona casada que no es su propio cónyuge.

Cuando hablamos del tema nunca empleamos la palabra “codicia” sino otras más aceptables, tales como “apasionado por...”, “locamente enamorado” “tengo un amor prohibido” “me muero por...” etc. Pero aunque los términos se suavicen, embellezcan o sean más aceptados por la sociedad, para Jesús, tal persona “adulteró con ella en su corazón”, aunque nunca haya tenido relaciones sexuales. Su alma ya fue contaminada por el pecado. La semilla de la maldad fue sembrada y permanece latente, esperándola ocasión para dar a luz el acto mismo del adulterio. Como dice Santiago 1:13-15 “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni el tienta a nadie; sino que cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado siendo consumado, da a luz la muerte.”

Jesús se está refiriendo a nuestra propia supervivencia en términos quirúrgicos. Así como los médicos se ven obligados a extirpar una parte del cuerpo de un enfermo para salvarle la vida, nosotros deberíamos estar dispuestos a extirpar cualquier cosa que puede destruirnos eternamente. La amistad con una persona casada puede ser muy hermosa y edificante, pero puede volverse peligrosa cuando aparecen los primeros sentimientos de atracción mutua. En ese preciso momento habría que cortar esa relación aun cuando mil argumentos a favor de que se continúe se presenten. Es un corte doloroso y traumático. Si fuera de otra manera, Jesús habría dicho “si tu ojo derecho te es ocasión de caer, cuídate”- No. Él dijo “sácalo y échalo de ti”. Habrá dolor, sufrimiento y convalecencia pero se habrá salvado la vida.

El amor de Dios se ha mostrado cuando envió a su único Hijo para que muriera en nuestro lugar, para que nuestros pecados sean perdonados y así librarnos de la condenación del infierno, pero no para que sigamos pecando.

Si Hay algo que ate al pecador, esto debe ser extirpado, el debe darle la espalda al Pecado y aceptar a Cristo para ser salvo del Infierno.
El pecado es más destructivo que el cáncer o el SIDA y si queremos librarnos de sus consecuencias debemos tomar en serio las advertencias de Jesucristo y de los apóstoles.

Dios aborrece el Divorcio, el lo dio por la dureza del corazón del hombre (1 Cor 7:10-16, Mateo 19:7-8).

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